Una semana en la vida de Yamila Fakhouri
Lunes
La semana comienza con una entrevista en la radio venezolana con motivo de mi participación en FilBo —La Feria internacional del Libro de Bogotá— en la que mi perra Linda se roba, como siempre, el protagonismo.
En la tarde viene una de mis estudiantes del curso “Descubre si escribir es para ti” a casa: dado que estamos en la misma cuidad, vamos a hacer la sesión presencial. Tomamos té, hablamos de perfeccionismo y acabamos bailando como marionetas en la sala. El objetivo: vernos perfectas dentro de la imperfección.
Martes
Un amigo-lector me cita para tomar un café. Hablamos de animales, educación, etología e incluso de la posibilidad de trabajar juntos por el bienestar de los perros… (él se formó como veterinario).
A continuación me entrega una carta. Se titula “La escritora” y en ella revela que, después de escucharme hablar en mi casa sobre cómo fue el proceso de escribir Mi norte es el sur —y de escucharme leer algunos capítulos— siente como nunca antes la llamada de escribir, «escribir para sanar».
Miércoles
Amanezco armando paquetes: los libros de los compradores de Mi norte es el sur que no pudieron venir al famoso encuentro que nos tocó el corazón a todos. Luego tomo un taxi:
—¿Para dónde va?
—Al Ministerio de Medio Ambiente.
Mi cita era con la Directora de la Unidad de Protección y Bienestar animal para presentarle una propuesta educativa con los libros de Linda a nivel nacional.
En la noche abandono varios grupos de chat que, más que aportarme alegría me generan la sensación de tener una piedra amarrada al pie. A continuación borro más de 15.000 conversaciones que atestaban el correo electrónico que abrí en 1999, cuando llegué a trabajar en el Parlamento Europeo de Luxemburgo. Solo dejo 8 mails en la bandeja de entrada. Me siento desnuda y, sobre todo, ligera.
Jorge, mi amigo-lector, me refiere por chat que esa misma mañana ha presenciado un “milagro”.
—¿Qué pasó?
— Luego te cuento… Por escrito.
Poco después me envía otra carta, la segunda de la semana. Se titula, precisamente, “El milagro” y en ella narra como un viejo amigo, al hilo de saber de “La escritora”, también quiere empezar a escribir. Conmigo.
La emoción es tal que grabo un nuevo podcast mientras trato de proteger el micrófono del ruido del helicóptero sobrevuela mi apartamento del barrio La Soledad. Su título es “Las Lindas: El motor de la creatividad”.
Jueves
“Yamila, ¿me acompañas?”.
El mensaje que me recibe al abrir los ojos es de una valiente que, dentro de una situación de salud muy delicada, quiere permitirse, por fin, cumplir su sueño de escribir.
Almuerzo con una antigua integrante del Semillero multidisciplinar de los derechos de los animales de la Universidad de los Andes que creé y dirigí hace unos años. Además de ser una gran amiga, hoy es la subsecretaria de Protección y Bienestar animal de la Alcaldía de Medellín. Entre cucharada y cucharada de curry vegetariano llamamos al director del Teatro Municipal de Popayán y a la Casa de la Literatura de Medellín para cuadrar la presentación de mi Mi norte es el sur en sus instalaciones. A continuación charlamos con el Decano de la FUP: los estudiantes tendrán un taller de escritura creativa conmigo el día 23 de mayo de 2 a 5. Además tendremos un conversatorio en la Subsecretaría de Bienestar y Protección animal de Medellín al que asistirán representantes de la Fiscalía, la Personería y otros organismos públicos. Me ilusiona compartir un espacio con personas que se encargan de aplicar las leyes de protección animal que yo estudio y difundo.
En la tarde me contacta Mario, un caballero que conocí el año pasado en un retiro llamado «El viajero interior»:
—Queremos organizar una actividad bien chévere de escritura de un día entero con la comunidad, ¿podrías ayudarnos?
Sacudo la cabeza. Es increíble, mi nuevo proyecto comienza a rodar.
En la tarde llega Sandra, la flamante diseñadora de Ediciones Guacharaca, para organizar el equipaje de nuestro próximo viaje de tres semanas en carro por Ibagué, Popayán, Cali, el Eje Cafetero y Medellín… ¡Voy a conducir por Colombia!
Además del cepillo de dientes y ropa de tierra caliente llevamos cajas repletas de libros, separadores nuevos y los enormes murales de 100 x 70 cm con imágenes de Linda que fueron expuestas durante la semana de VisitArte en la Cámara de Comercio de Bucaramanga. Quiero donarlos —dedicados, firmados y patogafiados— a aquellos colegios hace ya muchos años incluyeron nuestros libros en su plan lector. Otro mural va para la biblioteca Departamental de Cali donde fuimos invitadas del Festival Internacional de Literatura Oiga, Mire, Lea y donde presentaré Mi norte es el sur el 27 de mayo. El resto encontrarán destinatario por el camino.
Viernes
A las 6.20 de la mañana me recoge un carro que me lleva al Gimnasio Fontana de Bogotá. En el camino recogemos a Natalia, una antigua alumna de Derecho penal en Uniandes que me contactó hace unos meses:
—Yamila, no quiero seguir con el Derecho. Mi mayor deseo es ayudarte en tu proyecto de Linda para cuidar a los perros.
A continuación cruzo de nuevo Bogotá para almorzar con Yesid Reyes, el exministro de Justicia de Colombia y la persona que ocupó mi puesto de profesora de Derecho penal cuando me fui de la Universidad. En la cartera llevo un ejemplar de Mi norte es el sur autografiado para él
Después empaco mi hamaca guajira aún sin estrenar y me dispongo a pasar el fin de semana con Marcela en el Llano. Exactamente en el mismo lugar al que fui con Steven la noche previa a encontrar a Linda en la gasolinera hace ya diez años… El lugar que me acogió la noche antes de que mi vida cambiara para siempre.
Aig Yami, como siempre tus letras hacen qué no pare de leerte. Oye tu si que te mueves jeje. Que bien. Que se te sigan dando las cosas.
Oye me hiciste recordar lo de la gasolinera, ahora que ando viviendo en Villavo, me gustaría visitar aquel lugar, ojalá puedas darme unas coordenadas más precisas jeje. Un abrazo y que disfruten ese viaje en carro por la tierrita. ♥️
Hermosa, las coordenadas de la gasolinera no las conozco pero quizás te ayude un capítulo de Mi norte es el sur que se llama «Vuelta al Llano». De pronto cuando pase por allá vamos juntas… A Linda no la llevaremos, cuando leas el capítulo sabrás por qué 😉