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Despedida de una madre

Hermana querida,

Hace unos minutos me acabas de llamar para darme la noticia de la muerte de tu madre. Empezaste la conversación diciendo: “ahora necesito mucho amor…” y, luego, el desenlace esperado.

Entonces llegó el señor de la ducha “la vida sigue”, dijiste, aparentando casi jovialidad. Me imagino la escena en tu casa: con tu madre relajada sobre su cama, tu padre con ella, mientras tú atiendes al tipo al más puro estilo de una novela de Gabriel García Márquez. 

En esta espera hasta que podamos hablar con calma te voy adelantando mis sentimientos. Y mi amor. A través de las letras que tanto te gustan y que fueron, en definitiva, las que nos unieron.

Te admiro mucho, hermana. Te admiro por tu valentía y por tu capacidad de aceptar la vida como es. Aunque duela. Seguro tu corazón va a estar encogido un tiempo y yo estaré ahí para apoyarte y escucharte en lo que necesites. Par mí eres un ejemplo. Este tiempo de pandemia ha venido acompañado de pérdidas, incluso pérdidas vitales. Y el hecho de ver cómo afrontas la partida de tu mami me resulta inspirador acerca de cómo afrontar las pérdidas en nuestras vidas. Pérdidas que siempre tienen otra cara si nos permitimos verla. Pérdidas que en realidad son transiciones a otra realidad. A otras oportunidades.

Recuerdo la serenata que le dio tu papá a tu mamá hace unos días y sonrío dentro de la tristeza. Tu mamá fue una mujer muy querida, tuvo un amor lindo con tu papá, tuvo una hija que adoraba y con la que compartió muchos meses ya incluso siendo adulta. Aunque su cabeza no se enterara de mucho, su alma seguro lo registró. Registró y sintió el amor del que estuvo rodeada dentro de algún ataque de desesperación esporádico que cualquier alma —y más un alma sabia, como la de tu madre— entiende.

Y ella les demostró su amor hacia ustedes con esa despedida tan linda. Ella de pronto no podía expresarse últimamente como estamos acostumbrados, pero su alma los cuidó hasta el final y se fue tranquila porque ya era su momento de volver a la galaxia y de que ustedes continuaran su vida en la tierra. 

Muchos pueblos africanos y asiáticos (e incluso las comunidades negras colombianas) celebran cuando muere un adulto. Creo que ellos tienen integrado el término transición más que el de pérdida. Y también el de agradecimiento.

Despedida de una madre

En medio de lágrimas de dolor —porque el dolor no te lo quita nadie, por muy africano que seas— bailan y celebran la vida del muerto o de la muerta. Porque pudieron conocerlo, compartir con él, vivir con él, reír con él, llorar con él. O con ella. Tuviste a tu mamá por muchos años contigo de manera consciente, luego un tiempo de manera inconsciente y ahora la tendrás siempre contigo en espíritu. Un espíritu bondadoso y cuidadoso contigo como ha mostrado ser siempre. Bendigo a tu mamá por dar la vida al ser que ahora es mi hermana, que es uno de los seres más lindos y cercanos a mí en este momento en la tierra. Y por lo que hay de ella en ti. Y por lo que no hay de ella en ti. Me alegro mucho de haberla conocido en Apartadó, ya que así tengo una imagen y una sensación para cuando hablemos de ella y la recordemos. 

Te mando mucha fuerza, sabiduría y humildad para esta etapa que llega, también para acompañar a tu papá. Aunque su alma también sabe, procura no perderte a ti tratando de apoyar a los demás. Me alegro de que él tenga el apoyo de su fe. Eso le va a servir en este momento. Tienes el apoyo de tu papá, de Esteban, el mío, el de todos tus amigos y la gente que te quiere, que es mucha, el de tus perros y tus gatos, la brisa de la tarde, los aguaceros, la palmera de al frente de tu casa, la gallina Pimpolla y el gallo Pimpollo, incluso el de los vecinos de la rumba. Aunque a veces no parezca, ellos también son la misma energía vital que todos compartimos y que también es tu mamá. Esté donde esté y sea cual sea el estado en el que se encuentre.

Te abrazo muy fuerte. Te quiero mucho y te acompaño,

Yami

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